Rosaura, era una niña feliz y libre de toda atadura social. Ella era la segunda de ocho hermanos, seis hombres y solo dos mujeres, hijos de Carmen y Justino. Su madre era una mujer alta, plantoza, ojos color café, pelo oscuro y de tez morena, dedicada al hogar y de costumbres muy conservadoras, y con mucho carácter para imponerlas. Justino era un hombre delgado, de estatura media, tez clara, ojos azules y pelo blanco, cuyos oficios eran peluquero y labrador de vigas, pero trabajaba en lo que fuera para obtener el sustento para su familia.
Rosita era la favorita de don Justino, por ser una niña extremadamente cariñosa, simpática y bonita, con sus ojos claros color miel, su pelo negro, su tez blanca y chaparrita que parecía una muñequita. Carmen y Justino y sus hijos tenían que viajar constantemente de pueblo en pueblo, hacia dónde había una oportunidad de trabajo para Justino.
Rosita nació en las Iguanas, un pueblito con apenas una cuántas casas en medio del monte, pero gran parte de su niñez vivió con su abuela a la que llamaba Nanita Carmen y su abuelo al que llamaba tatita Pedro, en un pueblito llamado la Noria, dónde podía ir a la escuela.
Rosita era extremadamente traviesa e inteligente, y no se dejaba de nadie y realizó muchas travesuras, algunas indebidas. Una vez le mintió a su Nanita respecto a los huevos que recogía en los nidos, le dijo que no había y Rosita escondió los huevos y se los vendió al tiendero para obtener dinero para comprar dulces. Otra vez le cortó las trenzas a una compañera de salón de clases en venganza, ya que su compañera previamente le había ensartado un lápiz en una pierna y la maestra dejo pasar esa acción sin ningún castigo. Sin embargo cuando Rosita tomó venganza, la maestra le pegó con una regla en las pompis a Rosita, pero para la mala suerte, la regla pegó sobre una "erupción (nacido)" ocasionándole mucho dolor y sangrado a Rosita.
Ese día, Rosita regresó llorando a su casa por el dolor que le ocasionaba el "nacido", pero con la satisfacción de haber tomado venganza por el daño que le había ocasionado aquella niña. Ese día, su tía Engracia, que todo el tiempo la molestaba, al verla llorar le pregunto qué le pasaba, sin embargo para protegerse de una burla más, Rosita groseramente le respondió "que te importa burra gacha" y se fue corriendo a pedir el auxilio de su Nanita.
A raíz de ese suceso, Rosita nunca más volvió a ir por agua al lago termal del pueblo, ya que el padre de la niña de las trenzas cortadas juró matar a Rosita si se la topaba por haberle cortado las trenzas a su hija, que para la época, el pelo largo en las mujeres era símbolo de decencia, recato y seriedad.
Los abuelos de Rosita se desvivían por ella, una vez su, Nanita le confeccionó un traje de patito a Rosita para que pudiera participar en un festival y su tatita orgulloso, le pagó a un grupo de músicos para que tocaran la canción que bailaría Rosita. Pero como en todo lugar, no falta algún envidioso; un chamaco le prendió fuego a la cola de Rosita, que con tanta gracia movía al ritmo de la música. Tal fue el alboroto que el festival se canceló y Justino amenazó con una pistola al abusivo, sin embargo por la intervención de Carmen, aquello solo fue un susto.
Rosita era muy feliz en aquel pueblo, para ella, era una vida llena de aventuras y emociones, saliéndose siempre de las expectativas, tomando justicia cuando debía y tratanto de alterar el orden de las cosas cuando se proponía algún objetivo. Nunca nadie se dió cuenta del potencial de Rosita, aquella inteligencia, aquella audacia se disolvió en el tiempo. Hasta el final de sus días, Rosita recordó con pasión aquellos años mozos de su niñez, compartiendo las historias de sus aventuras con su nieta, a la única que logró ver sin juicios su verdadera esencia.
Autor: Aceber Sancar
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