domingo, 25 de octubre de 2020

EL PLATO DE MADERA

Un hecho lamentable es como muchas familias relegan a sus viejos a un rincón. Los ven como un mueble, como una carga, en vez de la fuente de sabiduría que son y olvidando que a ellos deben su existencia.

Está historia me la contó un tío, después de mis alardes sobre mis deseos de tener una casa de campo para la vejez de mis padres. Mi tío, consiente de que muchos olvidan, decidió darme tal lección.

La historia ocurrió en un pueblo, donde la gente vivía de la siembra y del ganado. Los hombres eran la fuerza de trabajo para proveer al hogar y las mujeres se hacían cargo de los menesteres del hogar y de la crianza de los hijos.

Martha era una mujer trabajadora, con dos hijos, David de 6 años y Marquitos de 2 años. Pedro, su esposo, era uno de los 17 hijos de Don Adalberto, fruto de su matrimonio con Marisela, su tercera y última esposa.

Cuando Pedro y Martha decidieron casarse, Don Adalberto era un anciano de 90 años y para entonces ya Pedro se hacía cargo de trabajar la tierra y de las necesidades de su padre, quién ya necesitaba asistencia para algunas de sus necesidades básicas debido a su vejez.

Pedro llevó a Martha a su vivienda que compartía con Don Adalberto, y a su vez empezó un plan para ampliar su vivienda ya que apenas era suficiente para dos personas.

Al nacer su primer hijo, Martha y Pedro hablaron de la necesidad de mayor espacio y decidieron hacer un cuartito a parte de la casa y lo acondicionaron para que fuera el dormitorio de Don Adalberto. La situación en relación a los cuidados de Don Adalberto empezó a ser más agobiante para el matrimonio, ya que cada vez necesitaba de mayores cuidados, como cambios de pañal, que tenían que realizar entre los dos, y alternar las labores del hogar, los niños, el campo y el ganado.

El matrimonio empezó a perder salud emocional en relación a la situación, y empezaron a sentir molestia por la presencia de Don Adalberto, les molestaba el tener que atenderlo, les molestaba, su olor, e incluso que estuviera cerca de los niños. Pedro acondicionó una mesa para que Don Adalberto tomara sus alimentos, mientras el matrimonio y los niños comían en el comedor al interior de la casa.

Los niños, en su inocencia, se sentían desconcertados, y preguntaban a sus padres para tratar de entender, porqué el abuelo comía a parte. Los padres ponían pretextos como, el abuelo no puede caminar hasta adentro, o el abuelo está enfermo y por ahora no puede estar o jugar con ustedes.

Un día Pedro se levantó muy temprano y tomó un pedazo de madera que había cortado días antes y que había dejado secar al sol, y tomó algunas herramientas. David su hijo, que era muy curioso decidió seguirlo y estaba observando muy atento lo que hacía su padre. Miró como su padre tomo la madera y empezó a esculpir un hueco en el centro. David estaba ansioso por saber qué estaba haciendo su padre y decidió preguntarle, qué hacía con tanto esmero. Pedro muy seguro de si mismo y si imaginar que su hijo le daría una lección, le explicó que estaba haciendo un bonito plato de madera para su abuelo Adalberto comiera en el de hoy en adelante, ya que por estar tan viejito y enfermo no estaba bien que comiera en los mismos trastes que ellos. David estuvo muy atento a lo que decía su padre y una vez que terminó, el niño se quedó obsevando en silencio por un momento, y muy interesado le dijo a su padre,

sábado, 28 de diciembre de 2019

Lo increíble

Lo increíble es que hoy estás y mañana quién sabe. Dice un dicho, "cuando te toca ni aunque te quites y cuando no te toca ni aunque te pongas". Hace apenas una semana, no lo hubiera imaginado, y ayer lo que parecía una mala broma, fue un recordatorio de nuestra delicadeza ante la vida. Diversas voces dicen, "era joven", "era trabajador", "tenía toda una vida por delante", pero cuántas de esas voces se se han detenido a apoyar sin que haya un beneficio personal de por medio, cuántos son coherentes con lo que dicen y con lo que hacen; lo cierto es que muy pocos lo hacen. No puedo evitar pensar en la "causa y efecto", y que lo increíble fue ocasionado por el susurro de esas mismas voces, que son capaces de envenenar una conciencia ingenua, y mantenerla bajo una presión que la llevase a priorizar lo trivial por lo importante, demandando un sobreesfuerzo físico capaz de llevarte a la MUERTE.

Autor: Aceber Sancar

martes, 5 de noviembre de 2019

La niñez de Rosaura

Rosaura, era una niña feliz y libre de toda atadura social. Ella era la segunda de ocho hermanos, seis hombres y solo dos mujeres, hijos de Carmen y Justino. Su madre era una mujer alta, plantoza, ojos color café, pelo oscuro y de tez morena, dedicada al hogar y de costumbres muy conservadoras, y con mucho carácter para imponerlas. Justino era un hombre delgado, de estatura media, tez clara, ojos azules y pelo blanco, cuyos oficios eran peluquero y labrador de vigas, pero trabajaba en lo que fuera para obtener el sustento para su familia. 

Rosita era la favorita de don Justino, por ser una niña extremadamente cariñosa, simpática y bonita, con sus ojos claros color miel, su pelo negro, su tez blanca y chaparrita que parecía una muñequita. Carmen y Justino y sus hijos tenían que viajar constantemente de pueblo en pueblo, hacia dónde había una oportunidad de trabajo para Justino. 

Rosita nació en las Iguanas, un pueblito con apenas una cuántas casas en medio del monte, pero gran parte de su niñez vivió con su abuela a la que llamaba Nanita Carmen y su abuelo al que llamaba tatita Pedro, en un pueblito llamado la Noria, dónde podía ir a la escuela. 

Rosita era extremadamente traviesa e inteligente, y no se dejaba de nadie y realizó muchas travesuras, algunas indebidas. Una vez le mintió a su Nanita respecto a los huevos que recogía en los nidos, le dijo que no había y Rosita escondió los huevos y se los vendió al tiendero para obtener dinero para comprar dulces. Otra vez le cortó las trenzas a una compañera de salón de clases en venganza, ya que su compañera previamente le había ensartado un lápiz en una pierna y la maestra dejo pasar esa acción sin ningún castigo. Sin embargo cuando Rosita tomó venganza, la maestra le pegó con una regla en las pompis a Rosita, pero para la mala suerte, la regla pegó sobre una "erupción (nacido)" ocasionándole mucho dolor y sangrado a Rosita. 

Ese día, Rosita regresó llorando a su casa por el dolor que le ocasionaba el "nacido", pero con la satisfacción de haber tomado venganza por el daño que le había ocasionado aquella niña. Ese día, su tía Engracia, que todo el tiempo la molestaba, al verla llorar le pregunto qué le pasaba, sin embargo para protegerse de una burla más, Rosita groseramente le respondió "que te importa burra gacha" y se fue corriendo a pedir el auxilio de su Nanita. 

A raíz de ese suceso, Rosita nunca más volvió a ir por agua al lago termal del pueblo, ya que el padre de la niña de las trenzas cortadas juró matar a Rosita si se la topaba por haberle cortado las trenzas a su hija, que para la época, el pelo largo en las mujeres era símbolo de decencia, recato y seriedad. 

Los abuelos de Rosita se desvivían por ella, una vez su, Nanita le confeccionó un traje de patito a Rosita para que pudiera participar en un festival y su tatita orgulloso, le pagó a un grupo de músicos para que tocaran la canción que bailaría Rosita. Pero como en todo lugar, no falta algún envidioso; un chamaco le prendió fuego a la cola de Rosita, que con tanta gracia movía al ritmo de la música. Tal fue el alboroto que el festival se canceló y Justino amenazó con una pistola al abusivo, sin embargo por la intervención de Carmen, aquello solo fue un susto. 

Rosita era muy feliz en aquel pueblo, para ella, era una vida llena de aventuras y emociones, saliéndose siempre de las expectativas, tomando justicia cuando debía y tratanto de alterar el orden de las cosas cuando se proponía algún objetivo. Nunca nadie se dió cuenta del potencial de  Rosita, aquella inteligencia, aquella audacia se disolvió en el tiempo. Hasta el final de sus días, Rosita recordó con pasión aquellos años mozos de su niñez, compartiendo las historias de sus aventuras con su nieta, a la única que logró ver sin juicios su verdadera esencia.

Autor: Aceber Sancar

Rosaura y sus ganas de vivir

Rosaura fue una mujer que nació antes de tiempo, tenía un espíritu que derramaba un aire de libertad, una mirada profunda como si estuviera viajando fuera de si a través de las palabras. A Rosaura no le gustaba su nombre, le gustaba que la llamarán Rosita, y una vez que tuvo nietos, tampoco le gustaba que la llamarán abuela. Rosita deseaba vivir más años de los posibles y volver a la juventud de los 15 años. Sus 79 años parecían insuficientes para Rosita, para ella la vida se le había ido en un suspiro. Sus deseos de vivir la hicieron aferrarse a la vida en sus últimos momentos, haciendo parecer que literalmente la vida le era arrancada. Su corazón peleó hasta con la última chispa de vitalidad que le quedaba, reusandose a detenerse una y otra vez, y en su décimo suspiro, el corazón de Rosita se detuvo, dejando una gran tristeza en aquellos que lograron ver más allá de sus ojos. Descansa en paz, abuela.

Autor: Aceber Sancar

lunes, 12 de julio de 2010

Raúl Barceló Barceló

Raúl Barceló Barceló (1929-2010) nació en Sonora, el 15 de junio de 1929, hijo único de su madre y padre. Fue nombrado por su madre con un solo apellido (Barceló) y él posteriormente se llamo Barceló Barceló, debido a exigencias en documentos oficiales.


Se casó con Marcela Lizarraga Guerra con quién llegó a residir en la Isla de la Piedra, Mazatlán, Sinaloa, México en 1974-75; mujer de ojos castaños, piel blanca y pelo rizado. Ella nació en la Isla de la Piedra y se fue a Tijuana donde conoció a Raúl, se enamoraron y se lo trajo a vivir a Mazatlán.


En los primeros años se dedicaron a la venta de raspados y refrescos en un pequeño establecimiento rústico. Posteriormente amplio su casa y en lo que sería la sala iniciaron una tienda de abarrotes en 1976-77, misma que atendía Raúl mientras que Marcela se dedicaba a la venta de raspados. Marcela murió en 1984 después de dos años de sufrir una parálisis de medio cuerpo a causa de una trombosis. El matrimonio no tuvo hijos y Raúl nunca se casó ni se juntó con ninguna mujer después de la muerte de Marcela.


Sus personas más cercanas fueron sus vecinos, el Sr. Carlos Sánchez Solis y familia, quienes compartieron momentos felices y críticos como la enfermedad. Esporadicamente recibió la visita de la sobrina de su fallecida esposa, Alejandrina, de Obregón, Sonora, hija de una hermana de Marcela.


Raúl murió 26 años después de su esposa, a causa del asma que venía padeciendo por muchos años. En los últimos meses de vida él perdió sus ganas de vivir y anhelaba morir para reunirse con su amada Marcela. Él decía que ella lo estaba llamando a su lado y que ya era la hora de irse, por lo que se negaba a recibir atención médica (20 de diciembre de 2009). Sus personas allegadas lo alentaron a seguir luchando, sin embargo su asma estaba muy avanzada y lo iba consumiendo día a día hasta quitarle la vida el 19? de marzo de 2010.


Esta historia es un pequeño pero merecido homenaje a un miembro de nuestra familia, en un esfuerzo por no permitir de muera con nuestra memoria. Siempre lo recordaremos Don Raúl.


Autor: Aceber Sancar


martes, 26 de enero de 2010

EL CENTRO DE MAZATLÁN, MÉXICO

El Mercado Municipal Pino Suárez.

Estas aves se crían en las oquedades de las construcciones del centro, como el Palacio Municipal.

Cocos helados todo el año, mencionan los lugareños que tomar el agua en ayunas nos ayuda a eliminar los parásitos intestinales.
Frutos regionales de temporada, como los arrayanes, y otros de importación como los dátiles.
La tradicional carreta donde se pueden comprar exquisitos tacos de puerco.
¿Y que tal unos mariscos para levantar los ánimos?...ostión, pata de mula, almeja chocolata, almeja china, aguachile de camarón, cockteles...mmm...
Venta de empanadas de trigo con relleno de calabaza, también puede comprar una bolsita con su dotación de chile habanero y otras yerbas.
¿Que tal el tráfico?
El mercado de la loza.
En esta cuadra se compra principalmente camarón fresco, las vendedoras son conocidas como Changueras. Término derivado de la actividad de changuear camarón o pescar camarón con un arte de pesca llamado chango. Actualmente casi todo el camarón en venta es de cultivos.

EMBARCANDO HACIA LAS ISLA DE LA PIEDRA, MÉXICO